El remplazamiento de masas de agua, vegetación y bosques por edificios y carreteras ha provocado un aumento de temperatura en las ciudades. Estas superficies antropogénicas absorben la radiación solar y la irradian lentamente en forma de calor haciendo, que incluso en la noche, las ciudades sean más calurosas que el resto de los territorios naturales.
En Estados Unidos ya se están incorporando regulaciones sobre “edificios frescos”. La administración nacional está considerando una normativa que regule los materiales de construcción para que estos tengan límites a la hora de absorber y desprender calor.
La obligación de construir con materiales reflectantes va a ayudar a reducir el impacto que suponen las olas de calor en la población que habita en las ciudades evitando muertes y enfermedades, así como un ahorro energético reduciendo así las emisiones de gases invernadero.
As Urban Areas Feel the Heat, It’s Time for National Cool Communities Standards